Obedecer
es cumplir la voluntad de una autoridad. Por tanto, la obediencia es la acción
de obedecer.
La
obediencia es un valor, y como valor, es el resultado de la comprensión que
hace el sujeto de la utilidad o belleza de un objeto. Esta comprensión hace que
la persona que obedece conserve su capacidad de juzgar y su libertad.
Vivimos
en una época en la que el ser humano rechaza cualquier forma de autoridad, lo
hacemos pensando que al obedecer nos convertimos en seres inferiores,
insuficientes, carentes de juicio y voluntad; sin advertir que es la soberbia
la que nos hace sentir así. Y que al contrario, la decisión de obedecer es
prueba de libertad inteligente.
¿Por
qué nos cuesta tanto esfuerzo obedecer? Una razón sería que no reconocemos la
autoridad de la persona que nos manda, por considerarla inferior, o que la
actividad que se nos manda es contraria a nuestro gusto, o porque para realizar
dicha tarea debemos hacer a un lado nuestra comodidad. Cualquiera que sea la razón
el resultado es el mismo: la hacemos porque “no nos queda mas remedio”, restándole
así merito al acto de obedecer.
La
acción de obedecer es un hecho conciente, producto del razonamiento y carente
de egoísmo y empatía. De egoísmo, porque no podemos esperar que todo gire
alrededor de nuestros caprichos, o sometido a la aprobación de nuestro juicio.
Y de empatía, porque la obediencia no hace distinciones de personas o de
situaciones.
La
obediencia requiere de docilidad y de tener iniciativa, que consiste en poner
de nuestra parte todo lo que haga falta para cumplir mejor con nuestra tarea.
Eso es lo que hace la diferencia entre obedecer y cumplir. Esto hace de la
obediencia un valor importante y necesario para las buenas relaciones, la
convivencia y el trabajo productivo.
Muy interesante tema y muy bien presentado dilsia felicidades....... visita mi blog, joseparadis.blogspot.com
ResponderEliminarMuchas Gracias!
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